México, el bestshoring de América Latina

Por: Gabriel Yorio // El autor es subsecretario de Hacienda y Crédito Público.

Hace un par de meses, le pregunté en tono informal –en las conversaciones posteriores al diálogo de alto nivel– a nuestras contrapartes de EE.UU., si México era considerado nearshoring o friendshoring. La respuesta que me dieron, también en tono informal, fue: you are near because you are friends (están cerca porque son amigos).

La relocalización de empresas se ha venido expresando con distintas palabras en el idioma inglés, onshoring, nearshoring, friendshoring, backshoring para señalizar la zona geográfica o las características de los países donde puedan relocalizarse las empresas. En términos generales, nearshoring es la práctica de trasladar operaciones de la cadena de producción a países geográficamente cercanos que comparten fronteras, mientras que friendshoring es la práctica de trasladar las operaciones a países que tienen valores en común y son aliados.

Independientemente de la definición, México ha emergido como un destino privilegiado y preferido de las empresas que buscan relocalizarse cerca del mercado norteamericano. En la mayoría de los análisis especializados, se estima recurrentemente que México captará la mitad del flujo de relocalización que pueda llegar a América Latina. En este sentido es importante preguntarse, ¿qué es lo que convierte a México en la mejor opción?

Hay varios elementos. En primer lugar, una respuesta común es la cercanía geográfica. Sin embargo, China está lejos de EE.UU. y hace más de tres décadas captó grandes flujos de inversión. Efectivamente, tenemos una frontera con EE.UU., pero es una frontera con alta integración económica, y más importante compartimos culturas empresariales similares, además de husos horarios, que facilitan la toma de decisiones y operaciones.

En segundo lugar, México cuenta con estabilidad económica, social y política. Esto, sumado a un talento calificado, un sistema financiero robusto y un sólido desarrollo tecnológico, ha impulsado el atractivo del país para las empresas.

El tercer elemento es la red de tratados de libre comercio. Actualmente nuestro país es uno de los más abiertos al comercio internacional, pero sobre todo somos aliados de EE.UU. y Canadá en uno de los bloques económicos más grandes. México ha mantenido su liderazgo en las importaciones a EE.UU., superando a China con una participación de 15.2% en abril del 2023. En el 2022, el comercio bilateral entre México y EE.UU. alcanzó un récord de 780,000 millones de dólares.

En el 2023 se han anunciado más de 60 nuevas inversiones con un valor de 40,000 millones de dólares y se estima que la demanda de nearshoring en México representa 50% de la demanda total.

Para continuar con la anécdota con la que inicié la columna, lo que parece es más bien que México es el bestshoring para empresas que quieren mantener acceso a mercados de Asia, América del Norte, y Europa.

Por esta razón, tiene mucho más sentido invertir en la facilitación comercial como lo es la inversión en infraestructura de puertos, aeropuertos, trenes, cruces fronterizos, energía, agua, telecomunicaciones (espectro 5G en redes cerradas y seguras) y parques industriales. Un ejemplo de ello es el corredor interoceánico, que se convertirá en un centro logístico importante para conectar los mercados de oriente y occidente.

La relocalización de empresas no es un fenómeno que sólo durará un par de años, es muy probable que haya “oleadas” que irán permeando en la economía. La relocalización de empresas comienza con empresas multinacionales, pero continuará en otros segmentos y sectores, como la cadena de proveeduría, servicios asociados, vivienda, etc.

México está creciendo entre 3 y 4% después de la crisis de Covid-19, con una inflación decreciendo, niveles de desempleo en mínimos históricos, empleo formal creciente, consumo interno fuerte, incremento del salario mínimo y la pobreza entrando en una senda decreciente. Asimismo, el gobierno de México ha implementado durante cinco años medidas de oferta que buscan elevar los retornos de largo plazo de los sectores primarios y secundarios que deben ser reforzados con la transferencia de tecnología que pueda traer la relocalización de empresas.

La relocalización de empresas contribuirá de forma positiva, principalmente, en la dinámica económica del sector secundario de manufactura. En este sentido, es importante que el crecimiento asociado sea sostenible, lo cual implicará que debe existir transferencia de tecnología con prácticas verdes, para poder incrementar la rentabilidad, pero también los salarios y la productividad, con equidad, y sin sacrificar el medio ambiente para las generaciones futuras.

El financiamiento de estas actividades económicas será crucial para maximizar los beneficios. En este sentido, nuestro país cuenta con una economía con bajos niveles de endeudamiento y un sector financiero robusto, lo cual facilitará el financiamiento del crecimiento. Además, durante esta administración desarrollamos los mercados de deuda sostenible y una de las taxonomías sostenibles de mayor ambición en el mundo. Por lo cual, el país ya cuenta con un conjunto de herramientas de política financiera para que las inversiones asociadas a la relocalización sean lo más sostenibles posibles.

La relocalización de empresas en México contribuirá a reforzar la política económica que se ha venido implementado desde hace cinco años. Será necesario que sus contribuciones estén alineadas a los objetivos sociales de equidad y sostenibilidad, es decir, que la productividad no sea a costa de los trabajadores, no se afecten los activos naturales del país, y que sea incluyente entre las diferentes regiones, empresas y personas.

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