CANDIDATOS A LA ALTURA DE LAS CIRCUNSTANCIAS

Las próximas Elecciones estatales de Baja California se llevarán a cabo el domingo 5 de junio, y en ellas serán renovadas las cinco presidencias municipales y 25 diputaciones al Congreso del Estado, 17 de mayoría relativa y ocho más por representación proporcional.

El día de la jornada electoral, podrán votar 2, 589,179 ciudadanos inscritos en la lista nominal de la entidad, aunque muchos no lo harán seguramente decepcionados por los pobres resultados de la mayoría de los presidentes municipales en turno, por sus administraciones lastradas por la corrupción e impunidad, por liderazgos mal entendidos y por el comportamiento de los partidos políticos… compartimos su decepción.

Entonces, ante las opciones electorales, ¿qué debemos hacer?, ¿simplemente no votar? No, el no votar ayuda a un candidato sobre otro. De hecho, el abstencionismo es una estrategia electoral de partidos y algunos candidatos.

Un voto en blanco es dejar una boleta electoral que podría aprovechar algún funcionario de casilla corrupto para favorecer a un candidato, y un voto abstencionista solamente beneficia a los partidos o candidatos que tengan la capacidad de movilizar el voto o su base.

Los desafíos de nuestros municipios debemos afrontarlos con experiencia y capacidad.

Privilegiemos la trayectoria de los candidatos sobre el carisma y buenas intenciones, en cuestiones de política pública éstas nunca son suficientes para transformar la realidad.

Evaluemos la preparación académica de los candidatos, pues ésta se notará en la capacidad para gestionar recursos, en la calidad de las decisiones que toman y en la efectividad de éstas. El primer acto de corrupción que un funcionario público comete es aceptar un cargo para el cual no tiene las competencias necesarias, ejemplos sobran en Baja California.

Asegurémonos que tienen estatura moral, y no una doble o triple moral. No queremos que roben y tampoco que dejen robar.

Llevemos al poder a personas que estén por encima de las pasiones de sus partidos.

Elijamos una casta de políticos sin cualidades camaleónicas, que viven cambiando de color de acuerdo a la circunstancia, y que en cuanto acceden al poder adquieren dotes especiales para falsificar y enturbiarlo todo.

Busquemos en los candidatos la capacidad de autocriticarse y reconocer sus errores. La gestión de calidad de las empresas se hace con base en las evaluaciones. Los gobiernos deberían hacer lo mismo.

Votemos por candidatos con audición y visión. Es imprescindible que sepan escuchar, que tengan perspectiva, que vayan más allá de lo inmediato, que apuesten a largo plazo, que tengan clara una hoja de ruta y precisión en las metas que quieren conseguir, sólo así prosperan los proyectos vitales.

Busquemos candidatos con perfil de constructor, no de guerrero. Un guerrero se impone, arrasa, destruye. Un constructor, en cambio, suma, genera valor y transforma la realidad.

No nos centremos únicamente en los candidatos, echemos un vistazo a sus equipos de trabajo y a las personas de las que se rodean. Los hombres de Estado se rodean siempre de un buen equipo, esto es esencial, detectémoslos.

Evitemos que lleguen a las presidencias municipales personajes como Jaime Díaz Ochoa, quien olvidó que un candidato funciona para los ciudadanos y no para su partido, mantuvo distancia con los organismos empresariales y encabezó una administración opaca en cuestiones financieras, y carente de acciones concretas en materia de seguridad pública. O como Jorge Astiazarán Orcí y su incompetente secretario de Seguridad Pública, quienes dejarán a Tijuana con incidencia delictiva a la alza y pero aún, posicionada nuevamente en la lista de las 10 ciudades más inseguras del país.

Respecto al Congreso, conformemos uno en donde el poder y el conocimiento para hacer lo mejor estén en las mismas manos.

Dejemos nuestros recursos en las manos más preparadas para gestionarlos.

Un ladrón vulgar nos puede robar el dinero, el reloj, la cadena, el teléfono, el auto. Un político nos puede robar la felicidad, la salud, la vivienda, la educación, el futuro, la pensión, la diversión y el trabajo.

El primer ladrón te elige a ti… y al segundo lo eliges tú.

Es el momento de los mejores, de los más capaces en el sentido más panorámico del término. Votemos por aquellos que consideremos tiene la capacidad suficiente para tomar el cargo y hacer con él lo mejor para nuestros municipios.

De nuestros votos depende agravar o resolver los problemas que enfrentan nuestras ciudades.

Recordemos que las virtudes de un buen candidato no son necesariamente las mismas de un buen gobernante, pues la capacidad de comunicación persuasiva, determinante para el éxito de una campaña, no es suficiente para el manejo competente del gobierno. Elijamos verdaderos hombres de Estado y no buenos “marketeros”. Como decía Ortega y Gasset, hay que estar a la altura de las circunstancias, y las presentes, lo son para hombres de Estado.

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