El CICESE organizó el conversatorio “El océano que queremos: vida y medios de subsistencia”, como parte de las actividades del Día Mundial de los Océanos, una iniciativa de Naciones Unidas que se celebra el 8 de junio, y en el cual participaron los doctores Adolfo Gracia Gasca (ICML-UNAM), Víctor Vidal Martínez (CINVESTAV-Mérida), Julio Sheinbaum Pardo y Juan Carlos Herguera García (CICESE).
Cuatro fueron los tópicos que abordaron los especialistas: un océano productivo (recursos pesqueros, métodos de producción, pesca ilegal, gestión de recursos, inspección y vigilancia); un océano limpio (contaminantes: plásticos, hidrocarburos, metales pesados); un océano predecible (modelación numérica, pronósticos), y un océano sano (tendencias emergentes: aumento de temperatura, acidificación, desoxigenación).
El estado actual de los océanos no es muy alentador: varía de estar “en peligro” a tener una “condición precaria”.
Con una captura mundial alrededor de 96 millones de toneladas ya alcanzamos el nivel máximo sostenible en las pesquerías silvestres, y esto ocurrió porque mejoró la tecnología empleada en las artes de pesca, por explotar recursos a mayor profundad y con el aumento de la flota. Con este aumento excesivo del esfuerzo pesquero que ocurrió a partir de la segunda guerra mundial, 60% de los recursos pesqueros se encuentran en niveles sostenibles, 34% están sobre explotados, y solo 6% tienen una buena posibilidad de explotación, señaló Adolfo Gracia.
Víctor Vidal, que ha trabajado por más de 25 años en el Golfo de México, dijo que al muestrear en la sonda de Campeche ha encontrado pesticidas, PCB’s, metales pesados asociados a perforaciones petroleras y otros contaminantes en camarones o en peces que viven en los fondos marinos. Estos organismos están sujetos a una exposición crónica de estos contaminantes, los cuales desde luego que pueden pasar a los seres humanos.
Juan Carlos Herguera, por su parte, dijo que observar las tendencias emergentes (aumento de temperatura, acidificación, disminución de oxígeno disuelto) y llegar a pronósticos a través de modelos es fundamental para cualquier país. “Tenemos los elementos para hacerlo, pero no tenemos financiamiento. Cuando lo hemos tenido, como ocurrió con el CIGoM, hemos hecho cosas extraordinarias”.
En cuanto a acciones para controlar la contaminación, Víctor Vidal reconoció que al no contar con una regulación propia, México toma regulaciones internacionales para aplicarlas aquí, pero las condiciones ambientales son diferentes. Por ejemplo, en el Golfo de México se presentan emanaciones naturales de hidrocarburos, por lo que existe un intervalo de concentraciones en el que los organismos viven y se requiere, por lo tanto, una regulación específica. Pero ésta debe estar basada en observaciones, en programas de monitoreo que generen estrategias e indicadores que de verdad se puedan aplicar.
Sharon Herzka integró la visión de los participantes en cuanto a las acciones prioritarias que se avecinan para tener el océano que queremos: que el conocimiento generado por los científicos sirva como sustento para la toma de decisiones. Esto lleva a revisar el papel que los gobiernos deben tener para desarrollar estrategias que permitan atender problemas, mitigarlos y prevenirlos.
Por ello Julio Sheinbaum remarcó la necesidad, como científicos y como país, de pasar a propuestas de soluciones. Juan Carlos Herguera lo resumió así: Modelos predictivos como los que desarrolla Julio Sheinbaum y su grupo de investigación son comparativamente mucho más baratos que atender problemas. “¿Cuánto cuesta la destrucción de un arrecife? Y aun así no somos capaces de destinar recursos para mitigar ese problema. Necesitamos comunicar el valor que tiene el océano comparado con el valor que tiene el no hacer nada”.
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