¿Qué implicaciones tiene convertirse en una sede olímpica?

Múltiples estudios económicos han demostrado que la organización de unos Juegos Olímpicos no tiene en el corto plazo un efecto positivo consistente o significativo en las economías locales o nacionales.

Quizás el caso más paradigmático de cómo unos Juegos Olímpicos pueden llevar a una ciudad –y en el extremo a un país– a la bancarrota son los de Atenas 2004.

Nunca se supo el costo real de los juegos, pero la cifra extraoficial más aceptada es que el presupuesto se sobrepasó 15 mil millones de euros, cuando el presupuesto original era de 4,500 millones. Atenas, y Grecia, al día de hoy, siguen cargando esa deuda, y el problema económico posterior originado de los Juegos Olímpicos.

En la historia moderna de los juegos, también encontramos los casos de Montreal, Atlanta y Brasil, como claros ejemplos de lo que no se debe de hacer.

Impacto de corta duración sobre el empleo

Las estimaciones oficiales sugieren que los Juegos Olímpicos de Rio generaron aproximadamente 120,000 puestos de trabajo. Es una mera gota en el océano: La población activa de Brasil asciende a 100 millones de personas (<0,1%), y Río de Janeiro se sitúa en la cifra de 8.1 millones (por tanto, solo el 1,5%).

De acuerdo con el informe elaborado por la compañía de seguros de crédito SOLUNION en base a las previsiones de su accionista Euler Hermes, más del 80% de los puestos de trabajo creados antes de las Olimpiadas no son permanentes.

La primera oleada se produjo durante la fase de inversión (2011 – 2014) y generó principalmente empleos del sector de la construcción, por lo que a medida que los proyectos de infraestructura llegaron a su fin, éstos desaparecieron progresivamente.

La segunda oleada guarda relación principalmente con el sector turístico, por lo que es de corta duración y de baja cualificación.

Este pequeño impulso, por consiguiente, no invertirá la tendencia negativa del mercado laboral brasileño. La tasa de desempleo aumenta rápidamente, ya alcanzó el 11.2% en mayo, desde el 8% registrado un año antes. El análisis de SOLUNION calcula que alcanzará el 11% como término medio en 2016 y el 12.8% en 2017.

Los Juegos Olímpicos de Rio, generaron un leve crecimiento y empleo a corto plazo en Brasil, pero su impacto neto será negativo para el país anfitrión, según se desprende del análisis de SOLUNION, compañía experta en seguros de crédito, a partir de las previsiones de su accionista Euler Hermes.

Los crecientes proyectos de inversión y turismo ligados a las Olimpiadas añadirán solo 0.05 puntos porcentuales en el crecimiento real del PIB de Brasil, en el que se espera un declive de 3.5 por ciento en 2016. Según cifras oficiales, la inversión total en infraestructura olímpica entre 2009 y 2015 podría alcanzar los 38,500 millones de reales brasileños (12,000 millones de dólares), una pequeña suma comparada con la economía del país. El informe del mes de julio, estimaba que el turismo generaría 1,300 millones de reales brasileños (400 millones de dólares) e incrementaría el crecimiento real solo 0.02 puntos porcentuales – menos de la mitad del impacto estimado original total.

“Aunque estos incrementos en empleo y turismo parecen buenos a simple vista, son totalmente insuficientes para compensar la grave crisis económica que ha plagado Brasil desde antes de las Olimpiadas”, indica Daniela Ordóñez, economista experta en Latinoamérica de Euler Hermes.

Por lo pronto, el mundo se está dando cuenta de lo oneroso que es ser anfitrión de Juegos Olímpicos. Boston, que presentó su candidatura a 2024, la retiró después de protestas sobre los costos que significaría para la población local.

Pese a que la economía de EE.UU. se está recuperando, en Boston no quisieron arriesgarse, y evitaron comprometer a los contribuyentes a tener que pagar los sobrecostos de la candidatura olímpica.

Toronto y Hamburgo también dieron la espalda a la posibilidad de ser la sede de los Juegos Olímpicos de 2024.
Más del 50% de los residentes en Hamburgo votaron en favor de la campaña del No en un referendo, que estuvo impulsada por sus críticas al elevado costo que significa albergar el evento deportivo más grande del planeta.

Mientras que en la memoria colectiva de Canadá aún está el recuerdo de los Juegos de Montreal 1976, que generaron una deuda de 1,500 millones de dólares. La ciudad tardó 30 años en pagarla.

Con todos estos antecedentes nos preguntamos cómo puede persistir el inquietante rumor de que Tijuana y San Diego podrían presentar una candidatura olímpica conjunta para albergar futuras ediciones,  en el marco de la insipiente infraestructura, espacios deportivos y red de transporte de Tijuana.

Una presión innecesaria sobre la deuda pública (local)

De acuerdo con el informe elaborado por la compañía de seguros de crédito Solunion en base a las previsiones de su accionista Euler Hermes, la inversión en infraestructuras y el gasto público adicional destinado a los Juegos Olímpicos de Rio añadirá un valor de +0,4 pp al PIB a nivel de deuda pública de Brasil. Si bien es relativamente limitado, el calendario es sumamente negativo. Se ha registrado una subida acusada de la deuda pública a lo largo de estos últimos años. Alcanzó el 74% del PIB en 2015, desde el 63% de 2013. Se espera que la deuda pública llegue a situarse en el 90% en algún momento de 2017.

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